¿Cuáles son los efectos de la música en el cerebro?

Para empezar vamos a ver un poco de historia para entender cuándo surgió el tipo de música que escuchamos actualmente, o mejor dicho, en los últimos siglos. Para eso vamos a adentrarnos un poco en la sociología de la música, que nos enseña que no siempre se escuchó música de la forma que lo hacemos hoy.

Un poco de historia

Antes de arrancar a entender los efectos de la música me parece interesante empezar explicando el origen de la música moderna. Para eso tenemos que irnos a la época del Renacimiento. 

Durante el Renacimiento se produce la transformación de la música a lo que podemos considerar la música moderna, que pasa de ser mayormente litúrgica y con formas planas, donde las distintas voces cantaban lo mismo pero en distintos tonos a la aparición de la polifonía armónica, que agrega una nueva dimensión permitiendo que no todas las voces y/o instrumentos toquen lo mismo pero que se genere una música que atrae la atención al todo generado.

El canto litúrgico es un repertorio monódico; por lo menos, así aparece siempre en las fuentes, como música de una sola línea. Sin embargo, desde la segunda mitad del siglo IX es evidente, por la información en algunos tratados que, al interpretar los cantos litúrgicos, era posible improvisar una voz nueva; de hecho, agregar una voz al canto es otra manera de ornamentar el repertorio litúrgico, como hacer tropos.
Hoy, la palabra polifonía se usa para describir la música que se conforma por más de una línea musical. En la Edad Media, el primer tipo de polifonía se llamó órganum.

La transición del órganum a la armonía durante el Renacimiento tiene su fundamento espiritual en el paso del arte medieval “sin trabas” al arte autónomo de la Edad Moderna. La armonía le añade a la música una tercera dimensión y abre nuevas posibilidades de forma y expresión musical, y hace poner atención no sólo en el acorde sino también en la relación entre los acordes.

En la sociedad feudal, el arte no se había independizado de la vida, existía esa relación entre arte y sociedad. La música oficial de la iglesia no permitía la música autónoma. Sin embargo, existió fuera de la iglesia una cultura musical. Esta música estaba al cuidado de la gente “viajera”, de los juegos bufonescos. La creciente necesidad de lujo de la nobleza y la existencia, cada vez más real, de las capas sociales, proporcionaban las condiciones positivas para el desarrollo de esta música laica. A causa de esto, los juglares, ministriles y “gentes viajeras” volvieron a introducirse en la iglesia, de donde fueron expulsados por “indignos”.

Estos juglares y bufones se asentaron en las ciudades creando gremios para imponer sus propias maneras frente a la iglesia. Esta nueva burguesía, de la cual los músicos formaban parte, hacían valer sus puntos de vista sobre el arte. La música litúrgica en la Edad Media se basa en la unidad de músicos y oyentes, el cantor canta con la comunidad, para sí y para la comunidad. La nueva música, por el contrario, se basaba en la división de los productores y de los consumidores de arte. Aparecieron así los compositores como individualizados frente al resto de la sociedad. Por primera vez se considera al individuo como creador único y definitivo de la obra musical, desapareciendo la colaboración directa del pueblo en la obra musical.

La aparición del compositor coloca en primer plano los efectos del arte en el interior del ser humano. Como consecuencia de la transformación de la estructura social y la progresiva división del trabajo, se potenció la creación de música por parte de la figura del compositor, mientras que el resto de la sociedad asumía un papel contemplativo y pasivo frente a la música, significando un cambio en el papel social de la música.

¿Qué dice la ciencia?

Efectos de la música en el cerebro

Cada vez que escuchamos una melodía ocurre un llamativo proceso en nuestro cerebro: en vez de activarse una zona o región, se activan varias.

«Lo primero que se produce en el cerebro cuando escuchamos música es que nuestro centro de placer se activa y libera dopamina, que es básicamente un neurotransmisor que nos hace felices». dice Robert Zatorre, músico, psicólogo y fundador del laboratorio de investigación Brain, Music and Sound.

En uno de los estudios realizados en la McGill University de Montreal, en Canadá, los investigadores pidieron a un grupo de voluntarios que llevasen al laboratorio música que les produjese escalofríos, una reacción habitual frente a ciertas melodías. Sus hallazgos apuntan a que esta reacción corporal, la de sentir escalofríos al escuchar música, se asocia con la activación de la llamada vía mesocorticolímbica, un circuito cerebral que desemboca en el núcleo accumbens (un grupo de neuronas del encéfalo), y que se activa cuando los animales nos encontramos con estímulos asociados a la alimentación y la reproducción. Además, los investigadores comprobaron que cuando las personas escuchaban música placentera se producía un incremento del neurotransmisor dopamina en el núcleo accumbens, lo que indica el valor reforzante de este tipo de estímulos, es decir, de su valor como “premio” que refuerza los comportamientos de búsqueda y consumo de estos.

«Sin embargo, aunque parezca que simplemente la música nos da placer y la guardamos en nuestra memoria, lo cierto es que ocurren muchas cosas más en nuestra cabeza».

El cerebro, para empezar, compara la melodía que está escuchando con la que tiene grabada en la cabeza, lo que nos permite reconocer una canción simplemente con escuchar sus primeras notas.

«Otro proceso que ocurre es que el cerebro debe separar la música del ruido exterior. Ese proceso también es bastante complejo, porque debemos poner en marcha varios procesos cognitivos», 

Finalmente, los investigadores comprobaron que en las personas que disfrutan de la música hay un gran acoplamiento entre la actividad de la corteza auditiva, localizada en el lóbulo temporal del cerebro; la corteza frontal, implicada en procesos cognitivos; y el núcleo accumbens. Mientras que aquellos que no disfrutan demasiado de la música, este acoplamiento se ve reducido.

En resumen, según estas investigaciones, la música provoca en nuestros cerebros reacciones comparables a las que generan estímulos placenteros y necesarios para nuestra supervivencia como especie, tales como la comida o el sexo. 

Una encuesta que AARP (American Association of Retired Persons) llevó a cabo en el 2020 con 3100 adultos halló que un porcentaje más alto de personas que escuchan música califican aspectos de su calidad de vida y felicidad como excelentes o muy buenos. También reportan niveles medios más bajos de ansiedad y depresión.

Es más, la música promueve las interacciones sociales, otro beneficio para el cerebro. Cuando los adultos cantan o interpretan juntos, sienten menos soledad y tienen una mejor calidad de vida en comparación con los adultos que no crean música con los demás, indica Julene Johnson, profesora del Institute for Health and Aging en University of California, San Francisco (UCSF). Además, según estudios previos del GCBH, tanto los vínculos sociales como la mejora del bienestar mental se relacionan con un menor riesgo de deterioro cognitivo y una mejor salud cerebral.

Además de levantar el estado de ánimo, la música promueve el movimiento, que es otro componente clave de la salud cerebral. Investigaciones recientes revelan que una de las mejores maneras de proteger la salud cerebral a medida que pasan los años es adoptar un estilo de vida con hábitos más saludables que incluyen la actividad física frecuente. Y la música puede ser una manera placentera de lograr hacer ejercicio. La música puede hacer que parezca más fácil ejercitarte y ayudar a acelerar la recuperación después de un ejercicio intenso.

En cuanto a papers y experimentación, resulta que en el último tiempo hubo algunos avances interesantes.

Si visitamos la página del colegio de medicina de Harvard encontramos referencias a varios estudios independientes que detallan cómo el uso de música relajante mejora en distintos aspectos a la salud. 

El primero, llevado a cabo en el Massachusetts General Hospital mostraron que la música disminuye las pulsaciones, la presión arterial y los niveles de estrés a personas postradas en las camas del hospital.

Otro estudio de la universidad de Wisconsin-Milwaukee concluyó que las personas internadas por afecciones cardíacas que escuchan música durante su periodo en el hospital tienen menos estrés y ansiedad por su situación que las que no escuchan nada.

Un estudio similar de Abbott Northwestern Hospital mostró que las personas que escuchan música durante su recuperación de operaciones del corazón sufren menos dolor que las que no escuchan nada.

En University of Maryland Medical Center llevaron a cabo del experimento de poner música relajante a un pacientes mientras se les extraía sangre mientras que a otro grupo se les extraía con música tensionante. El segundo grupo registró niveles significativamente mayores de presión en el punto de extracción.

En Hong Kong se estudió el efecto de la música relajante en personas mayores por un periodo largo de tiempo. A un grupo de voluntarios se les midió la presión luego de un mes de escuchar música relajante durante 25 minutos todos los días. Los niveles de presión eran significativamente menores que un grupo de control que no había escuchado nada en ese periodo.

De cualquier manera hay otros estudios que fallaron en demostrar que la música tiene un efecto fisiológico. El área de estudio parece estar minada con subjetividades, ya que un mismo estilo de música podría tener efectos distintos dependiendo de la persona, o incluso del momento.

Hay otro paper interesante (que me tomé el trabajo de leer) del año 98 que se propone estudiar  el efecto de distintos estilos musicales en el estado de ánimo. Los resultados del estudio, si bien discutibles, mostrarían que:

  • La música clásica disminuye los niveles de tensión
  • La música new age aumenta la relajación pero disminuye la claridad mental, el vigor, hostilidad y tensión
  • La música grunge aumenta la hostilidad, tristeza y tensión y disminuye la empatía, claridad mental, vigor y relajación
  • La música designer mejoraría la empatía, relajación y claridad mental y bajaría los niveles de hostilidad, tensión, tristeza y fatiga.

El paper en general me pareció un poco flojo de papeles, aunque la verdad es que no soy quién para criticar. Para empezar, se llevó a cabo con un grupo de 144 personas de distintas edades, pero entiendo que no de distintas culturas. También me gustaría saber más sobre esos representantes de cada estilo musical. Y la verdad es que yo nunca me sentí violento ni tensionado al escuchar grunge, pero si lo dice un paper…

Efecto Mozart

Uno que me gustó especialmente es del año 93 y estudia si la música de Mozart mejora la inteligencia de las personas para algunas tareas específicas. Resulta que tomaron una obra de Mozart y se les pidió a varias personas que realizaran algunas tareas o puzzles, algunas veces sin música y otras con. Concluyeron que existe una leve mejora en la inteligencia espacial de las personas cuando escuchan esta obra en cuestión, pero esta mejora intelectual es hasta 15 minutos después de escucharla, y después desaparece. La industria escuchó esto y se le empezó a caer la baba ¿sabés qué hicieron con eso? Principalmente set de parlantes y música clásica para estimular la inteligencia de los fetos, porque “estudios científicos demuestran que la música de Mozart estimula la creatividad e inteligencia”. Y Claro! ¿Cómo no vas a pagar unos dólares para que tu cría tenga una capacidad intelectual sana y desarrollada?. El tema es que no hay evidencia que señale que escuchar Mozart o música de cualquier tipo tenga algún efecto en la inteligencia a largo plazo y mucho menos en el desarrollo emocional e intelectual de un feto. Pero la industria sabe que las soluciones mágicas y que no requieren esfuerzo (más que acercar unos parlantes a la panza) se venden como pan caliente.

Universalidad de la música

No hace falta decir mucho para asegurar que la música es el idioma universal. No importa de qué parte del mundo seamos, si una canción nos genera alguna sensación, sea cual sea, va a hacerlo sin importar su origen. Esto es porque lo que producen en las personas va a ser similar si lo escuchan en Canadá o en Tailandia. Va más allá de la letra, es la música la que transmite las sensaciones.

Así, por ejemplo los oyentes de la Mafa de Camerún calificaron ejemplos de música occidental como «feliz», «triste» o «inquietante» de manera similar a los oyentes canadienses. En otra ocasión, se pidió a los oyentes estadounidenses y de Kreung, una aldea rural de Camboya, que crearan música que sonara «enojada», «feliz», «pacífica», «triste» o » de suspense» y generara melodías similares la cual fue identificada y clasificada posteriormente por grupos de personas de otras culturas en las mismas categorías. Estos estudios sugieren que la música está sistemáticamente relacionada con sus efectos afectivos y conductuales de manera similar en todas las culturas.

«La música es universal: existe en todas las sociedades -con y sin palabras- y varía más dentro de cada sociedad que entre sociedades, respalda regularmente ciertos tipos de comportamiento y tiene características acústicas que están sistemáticamente relacionadas con los objetivos y las respuestas de los cantantes y oyentes» firman los autores del estudio “Universality and diversity in human song” de la Universidad de Harvard.

«Las hipótesis de la función evolutiva de la música son incontestables sin datos exhaustivos y representativos sobre sus formas y contextos de comportamiento en las distintas sociedades, por ello en nuestro experimento llevamos a cabo un estudio de historia natural de la canción: un análisis sistemático de las características de la música vocal en todo el mundo» explica Merh. Dicho estudio abordó un conjunto de canciones propias de cada grupo etnográfico en el que se observó el comportamiento musical de una muestra representativa de distintas sociedades. Sirviéndose de las ciencias sociales y sus herramientas de análisis, los científicos trataron en su estudio de dar respuesta a 6 preguntas diferentes: ¿Es la música universal? ¿Qué tipos de comportamiento están asociados con la canción y cómo varían entre las sociedades? ¿Las características musicales de una canción son indicativas de su contexto conductual -por ejemplo, una canción de cuna-? ¿Los patrones melódicos y rítmicos de las canciones varían sistemáticamente, como los patrones que se encuentran en el lenguaje? ¿Y cuán importante es la tonalidad en los lenguajes musicales?

Pero la música no es una respuesta biológica fija con una única función de adaptación prototípica: se produce en todo el mundo en diversos contextos de comportamiento que varían en su forma, grado de excitación o religiosidad. La música parece estar ligada a facultades perceptivas, cognitivas y afectivas específicas, incluido el lenguaje (todas las sociedades ponen palabras a sus canciones), el control motor (la gente en todas las sociedades baila), el análisis auditivo (todos los sistemas musicales tienen firmas de tonalidad), y estética (sus melodías y ritmos se equilibran entre la monotonía y el caos).

Sinestesia

De: El cerebro y la música (Osvaldo Fustinoni)

La sinestesia es la percepción de una misma sensación a través de distintos sentidos.

Para la biología, la sinestesia es una sensación secundaria o asociada en la cual un estímulo que es aplicado en una parte determinada de nuestro cuerpo es percibido en otra diferente.

La psicología, por su lado, considera que la sinestesia es la sensación en la cual una percepción, propia de un sentido determinado, está fijada por otra sensación que afecta a otro sentido.

La sinestesia es una condición que puede darse en un individuo que es capaz de oír colores, de ver sonidos o de apreciar texturas cuando saborea algo. Un sinestésico, por ejemplo, percibe de manera espontánea correspondencias entre tonos de color, de sonido e intensidades de sabor.

Según un estudio bastante reciente alrededor del 4% de la población mundial tiene algún tipo de sinestesia.

Algunas personas famosas con Sinestesia:

  • Vincent Van Gogh
  • Wassily Kandinsky
  • Duke Ellington
  • Nikola Tesla
  • Stevie Wonder
  • Kanye West

El ejemplo de Kandinski

Kandinski definió a la sinestesia como un componente esencial del arte, su pensamiento trataba de unir tres elementos: sonido, color y sentimiento. Investigó profundamente las relaciones consonantes y disonantes entre color y música.

“Los violines, los profundos tonos de los contrabajos, y muy especialmente los instrumentos de viento personificaban entonces para mí toda la fuerza de las horas del crepúsculo. Vi todos mis colores en mi mente, estaban ante mis ojos. Líneas salvajes, casi enloquecidas se dibujaron frente a mí” Kandinsky, 1913.

Esto le pasó durante un concierto, una ópera de Wagner, en la que escuchaba la música y veía colores que luego llevó a sus obras.

Efectos negativos de la música en el cerebro

La Universidad Tecnológica del Sur de China realizó un estudio con varios participantes quienes estuvieron en un simulador de manejo en una autopista de seis carriles, entre los resultados que arrojó esta investigación está que las canciones con un tempo acelerado de 120 BPM (beats por minuto) o más generan que los conductores manejen más rápido y realicen maniobras más arriesgadas. 

Al parecer el rock no siempre es la mejor opción cuando se está al volante, ya que según el estudio, las canciones aceleradas hicieron que los conductores manejaran 5 millas por hora más rápido, incluso algunos llegaron a conducir 10 millas más rápido

Durante el estudio los conductores en promedio cambiaron de carril 70 veces en una hora escuchando música con un tempo entre 60 y 90 BPM, mientras que al oír canciones con tempos más acelerados el cambio de carril se realizó hasta 140 veces

En los participantes la música ligera, con menores tempos, logró el mismo efecto calmante en la conducción que no tener música. 

La canción más peligrosa para conducir según el estudio que hizo La Universidad Tecnológica del Sur de China es American Idiot de Green Day que tiene un tempo de 189 BPM, mientras que la menos peligrosa fue Stairway to Heaven de Led Zeppelin con 83 BPM. 

Otros estudios han armado listas diferentes, como por ejemplo el siguiente listado de canciones que hay que evitar escuchar mientras manejamos:

  1. Wagner “The ride of the Valkyries”
  2. Prodigy – “Firestarter”
  3. Basement Jaxx – “Red Alert”
  4. Faithless – “Insomnia”
  5. Verdi – “Dies Irae (Requiem)”

¿Qué usamos nosotros para algunas actividades?

Fede

Hace algunos pocos años laburaba con música electrónica bastante fuerte o directamente metal. De hecho, solía decir «Bueno Fede, vamos a ponernos a laburar…», estiraba los dedos de las manos entrelazandolas, me ponía los auris y clavaba un disco entero de White Zombie o Infected Mushroom. ¡Y a trabajar!

Pero desde hace un tiempo bajé un par de cambios y me mudé al vecindario de la música tranquila para estudiar y trabajar; un jazz, un lo-fi, pianito suave y sonido de lluvia de fondo. No mucho más que música de ascensor. Esto lo acompaño con un clima tranquilo en general y un escritorio despejado en lo posible, y la verdad es que me funciona! Me pone en un estado en el que me resulta más fácil concentrarme. ¿Pero qué onda con estos dos mundos musicales? ¿Hay realmente una forma de hackearnos y elevar nuestra inteligencia y concentración?

Matías (Mibar)

Yo para estudiar materias donde tenía que leer textos largos y pesados me ponía Kind of Blue, de Miles Davis, y buscaba un nivel de volumen que me permitiese tenerlo de fondo, escucharlo, entenderlo, pero que no me distraiga de lo que tenía que leer. Me tomaba el tiempo para poder encontrar ese volumen ideal que me permitía concentrarme en los textos. Lo que hago ahora cuando tengo que concentrarme es escuchar música tipo Lo-Fi Chill, también a un volumen bajo en el que pasa a ser música de fondo pero me ayuda a entrar en mi ambiente. Incluso me he creado listas en Spotify con música así, o incluso otras listas “temáticas” para musicalizar distintas cosas.

Algunas de las fuentes utilizadas para preparar este episodio

Estudios mencionados por Harvard: https://www.health.harvard.edu/newsletter_article/using-music-to-tune-the-heart